18/01/2023 Breve crónica de una misión al calor del hielo

Un viaje en varios tramos, largas esperas, un clima hostil, trabajos a la intemperie con temperaturas por debajo de cero grado y caminos congelados que hacen inviable el tránsito pesado son solo algunas de las dificultades que enfrentó con entusiasmo la delegación de UTE que recientemente estuvo dos semanas en la Antártida.

UTE en la Antártida

Pero la experiencia, que cada una de las seis personas que integraron el equipo conocía por haber ido ya varias veces, ofrece otros costados muy interesantes, como un entorno natural exótico y siempre sorprendente o la camaradería que es marca en el orillo del trabajo en aquel paisaje.

Andreo Benech fue parte de la misión, como viene sucediendo desde hace varios años y es uno de los más conocedores de la Antártida dentro de UTE. “Salimos, cerca de las 8 de la mañana desde Carrasco y llegamos a la Base Artigas próximo a las 22 horas” contó.

Lo que quien no haya estado allí no tiene por qué saber es que, a esa hora, en esta época del año es pleno día. Dado el punto geográfico en el que se encuentra la Base, durante el verano boreal la luz solar no abandona el lugar prácticamente en ningún momento. “Solo hay una tenue penumbra entre las 2 y las 3 de la mañana”, comentó Benech.

EL TRABAJO DE MANOS CONGELADAS

La delegación de UTE, formada además por Laura Pina, Felisberto Alvez, Sebastián Sosa, Alexis Olveira y David Ticino, viajó a la Antártida para realizar tareas de mantenimiento en las instalaciones que proporcionan energía eléctrica a la Base Artigas y para desarrollar trabajos de mejora en la eficiencia energética de los equipos e instalaciones existentes en el lugar.

En la Base se encuentra la dotación que permanece durante todo el año. En esta oportunidad viajó, además del personal de UTE, la dotación entrante para hacer el relevo. También tomó parte del viaje un grupo de científicos junto a personal de mantenimiento del Instituto Antártico Uruguayo (IAU) y de otros organismos como Antel e Inumet.

La expedición, integrada por personal de las unidades Generación Autónoma y Eficiencia Energética de UTE se realiza dos veces al año. En esta oportunidad se hicieron trabajos sistemáticos de mantenimiento en los generadores: tres equipos térmicos, un aerogenerador y dos plantas fotovoltaicas.

Lo más complicado es, lógicamente, lo que debe hacerse a la intemperie. Este es el caso del aerogenerador y los paneles solares. En el primero “hubo que esperar que calmara el viento para poder bajar la torre. El trabajo llevó un par de días en los que se desarmó el equipo y se chequeó la estructura, los rodamientos del generador y el cableado”.

“Trabajamos con temperaturas inferiores a cero grados y en algunos momentos nevó. Eso complica porque las manos se enfrían mucho a pesar de los guantes especiales. Lo mismo sucedió al trabajar con el mantenimiento de los generadores de paneles fotovoltaicos".

La delegación también trasladó desde Durazno –donde UTE tiene dispuesto el taller en el que se realiza el mantenimiento “overhall” a los generadores diésel- uno de los equipos de este tipo, pero el clima no permitió que en este viaje se pudiera terminar de instalar.

El transporte de los generadores diésel desde la base chilena –donde aterrizan los aviones que llevan a las delegaciones uruguayas- se hace por tierra, pero en esta oportunidad no lo permitió el terreno, que estaba imposible para transitarse con el camión que dispone la Base Artigas para esta tarea. En otras ocasiones se ha contado con un “trineo” que proporciona la propia base chilena o incluso la rusa, cercana a ambas, pero esta vez tampoco esa alternativa fue viable debido al clima, de manera que ese equipo se terminará de instalar en el próximo viaje.

En materia de Eficiencia Energética, la misión avanzó en el acondicionamiento térmico del comedor de la Base para que en la próxima visita se instale el nuevo sistema de Bomba de Calor. Además, se relevó toda la infraestructura eléctrica para actualizar planos e información.

LA VIDA EN AQUEL MÁS ALLÁ

Una de las responsables de esta tarea fue Laura Pina, funcionaria de la subgerencia de Eficiencia Energética que realizó su sexto viaje a la Antártida. “Las actividades comenzaban temprano –contó Pina-. El desayuno se sirve de 7 a 8 de la mañana y luego cada uno se administra los tiempos para realizar sus trabajos de acuerdo a lo planificado. Se realizan reuniones breves de coordinación, todos los días, para ver las actividades que se desarrollarán y los elementos necesarios para llevarlas a cabo”.

Luego de una mañana de actividades el almuerzo se sirve entre las 13 y las 14 horas y luego se continúa trabajando de acuerdo a la planificación. La merienda se toma a las 17 o 17:30 y la cena en general a las 20 o 20:30.

Entre las tareas planificadas se hacen también visitas e intercambio con bases vecinas, como parte de las actividades. La alimentación también es un aspecto importante en la Base Artigas, porque el frío reclama las comidas de olla, así como las pastas y la polenta, pero el menú es variado. En las tareas “hogareñas” -limpieza de baños, poner la mesa, limpiar al término de las comidas, etc.- todos colaboran. “Se trata de que, sin interferir en los trabajos de cada uno, todos tengan un día donde participen en algunas de estas tareas, así no se sobrecarga a la dotación de la Base. La vida en la Antártida se sustenta un poco en eso, la ayuda de todos por el bien común”, reflexionó Pina.

“La Antártida es un lugar mágico, que te conecta con partes de uno que a veces ni siquiera uno conoce –comenta Laura-. Te vuelve más sensible y algo más sabio para el que sabe aprovecharlo. Te muestra la naturaleza y lo básico de la vida, te hace compartir experiencias, ser más tolerante y te enseña a lidiar con cosas cotidianas que, de estar en otros lugares, uno puede evadir. Es un aprendizaje constante y un crecimiento que a veces uno no identifica al principio, pero después al volver se va dando cuenta. Es una experiencia que, si se sabe apreciar en su magnitud, no tiene precio. Se trabaja mucho y en condiciones realmente muy particulares, pero el entorno del lugar siempre pinta una sonrisa”.